Todos los días, en el panteón municipal de Nezahualcóyotl, una decena de cadáveres son exhumados para ir a la fosa común; los ataúdes donde reposaban van a la basura, y los nichos de inmediato vuelven a ocuparse.

"Las gavetas que desocupamos hoy se vuelven a ocupar mañana o pasado, incluso el mismo día, es inmediatamente la demanda que hay ahorita y la saturación", dice el sepulturero Óscar Rivera.

Los muertos de Covid-19 llegan todos los días a un panteón con el 95 por ciento de sus 14 mil nichos ocupados.

La administración del cementerio encontró la solución ante la tragedia: aceleró la cancelación de contratos para el uso de los nichos con vigencia de 7 años.

Si los deudos no responden al aviso y no renuevan contrato, los restos se consideran abandonados. De inmediato los exhuman y van a la fosa común. Mediante un edicto, desde abril del año pasado se dio a conocer que no habría margen de espera ante la demanda por la pandemia.

"Se exhuma en la mañana y, a partir de las 12, se vuelven a ocupar. La cuestión es siempre tener de 5 a 10 gavetas disponibles para tener un margen libre", dice Óscar, el sepulturero.

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